martes, noviembre 30, 2010

carnaval... (cap.1)


Italia, bella Italia, pero aun mas bella Venecia, capital del misticismo un lugar donde nunca se sabe que va a pasar. Quien no podría amarla sus estrechas calles sin fin conectadas con puentes, pequeños o grandes, todos conducían hacia el mismo lugar, Plaza San Marcos. Ya la época de carnaval se acercaba y como toda hija de nobles debía elegir mi traje y mascara. Amaba el carnaval, le daba un toque mas misteriosa a la ciudad aun mas de lo que ya era, durante estos pocos dias no tendríamos diferencias sociales, podría hacer lo que se me plazca, y eso significaba verlo. Si eso era definitivamente lo que mas quería por so ansiaba esta fecha para poder estar con el sin tener que escondernos en las estrechas calles o dentro de los pasillos de mi hogar. Pero por que teníamos que hacerlo, una simple razon, mi padre, el nunca aceptaría que hable siquiera con alguien de clase media y ni hablar con un simple arlequín o bufón como quieran decirle, ya no importaba.
Hacia muy poco que se permitía usar otro color que no sea blanco para los trajes. Yo había encontrado el mío, era rojo, de un rojo carmesí que quemaba con tan solo verlo, y tenia pequeños detalles en negó. Era muy ajustado hasta la cintura donde se abría como una campana, tenia una espalda abierta y un escote atrevido para esta época, todo rodeado con negro, lo que lo hacia aun mas llamativo. Pero con la bella mascara que mi padre me regalo nadie se daría cuenta de quien era yo. La mascara era plateada, toda de filigrana con detalles negros y de ella salían hermosas plumas de cuervo, que reflejaban todos los colores del arco iris. Esta pieza de arte ya que la palabra mascara le quedaba corta solo tenia dos orificios que dejaban ver mis ojos, ojos de un color verde demasiado intenso para lo normal. Mi madre me contó que toda su familia tenia ese color de ojos, que representaba pureza en la sangre, ósea que nunca había sido mezclada con sangre de servidumbre, por así decirlo. Él siempre decía que tenia ojos hermosos, pero para mi eso no era cierto, el tenia ojos hermosos, no tenían comparación con los míos, los de el eran profundos, mas negros que las noches sin luna, pero a su vez demostraban todo la ternura del mundo, se veía sabiduría en ellos, mas de la normal para alguien de unos 25 años de vida, si el quería podía hacerte volar por todo el universo con tan solo una mirada, pero también podía hacer que la misma tierra te trague, todo con solo una mirada. Era cierto mis ojos no tenían comparación con los de él, lo único lindo que tenían era el color, el cual no me enorgullecía en lo mas mínimo estando junto a él un plebeyo, Marko. Me costaba pensar su nombre, me dolía, sentía una punzada en mi ser cada ves, que alguien lo llamaba por su nombre, para pedirle que entretenga a alguien, sentía que desgastaban su nombre, en el fondo prefería que lo llamen sirviente o algo así. Siempre que yo lo llamaba, decía su hombre con placer de seber que el vendría sin dudarlo, mi padre usualmente me castigaba por la forma en que me dirijia a el, con respeto.

1 comentario:

Porqe todos tenemos algo qe dicir